Entre el miércoles 9 y el jueves 10 de abril se llevó a cabo una masiva movilización y un paro general convocado por las centrales obreras, que paralizó la economía del país expresando el creciente repudio de las masas trabajadoras a los ataques del gobierno contra sus intereses vitales: salarios, condiciones de vida y trabajo.
Aunque este paro no alcanza para poner freno al gobierno, marca el camino que debe recorrer el pueblo trabajador y sus organizaciones para reunir la fuerza necesaria para derrotarlo, y deja planteada la necesidad de darle continuidad con nuevas acciones de masas, construidas mediante asambleas, plenarios e instancias democráticas que promuevan el protagonismo de las bases. Todo esto en el contexto de un año electoral que ya comienza en las provincias y culminará en las elecciones nacionales de octubre.
La confiscación violenta del salario, las jubilaciones y programas sociales, los despidos masivos, el cierre de reparticiones públicas, la eliminación de derechos por decreto, la represión, persecución, amenazas e intimidaciones públicas del gobierno y sus principales funcionarios, provocaron movilizaciones y acciones de masas repudiando su política económica y sus afrentas a las libertades democráticas.
El discurso de Milei en Davos en enero pasado, estigmatizando al movimiento de mujeres y a las disidencias sexuales, generó una asamblea antifacista autoconvocada en Parque Lezama, CABA, que convocó a una movilización el sábado 1ero de febrero y fue masiva, con cientos de miles de personas en todas las ciudades del país, respondiendo a la escalada autoritaria del gobierno contra las disidencias sexuales y las libertades democráticas.
Las y los jubilados que se movilizan semanalmente los miércoles al Congreso para reclamar contra los salarios de indigencia, contra el fin de la moratoria previsional que permitía acceder al beneficio jubilatorio a quienes no pudieron hacer todos los aportes, contra la eliminación de beneficios como medicamentos gratuitos, entre otras, fueron catalizadores del descontento social, que cada miércoles desafía la brutal represión de las fuerzas federales, reuniendo apoyo y simpatía al mismo tiempo que dejando en evidencia la pasividad y complicidad de las direcciones sindicales particularmente.
La cúpula burocrática de la CGT, en particular los sectores más patronales y dialoguistas con el gobierno, que desde la sanción de la Ley Bases en junio de 2023 se habían retirado de las calles facilitando el avance del gobierno y las patronales, se vieron obligadas a reacomodarse ante tamaño ataque que sufrían las y los jubilados, acompañados por diversos sectores sindicales, sociales y políticos, incluyendo las hinchadas de los clubes de fútbol que ante el abuso y la represión se movilizaron en solidaridad, siendo también reprimidos salvajemente por el gobierno.
Esta resistencia, que fue sumando apoyo semana tras semana, de diversos sectores, obligó a las cúpulas sindicales a convocar a la movilización del 9 de abril y al paro general del 10, que pusieron a grandes sectores de la clase trabajadora y sus organizaciones nuevamente a las calles, enfrentando a un gobierno que es agente directo del FMI, las multinacionales y el capital financiero.
Argentina Bajo la Tutela del FMI.
El gobierno de Milei surgió luego de largas décadas de crisis y decadencia económica y política, con la consecuente frustración de grandes sectores sociales que fueron quedando sin posibilidad de vivir dignamente, producto del sometimiento a los designios del capital financiero, que endeudaron al país una y otra vez, con la dictadura, incluyendo especialmente la deuda privada de las empresas, haciendo que la pague el conjunto del pueblo, mecanismo que de diversas formas se repite desde entonces con todos los gobiernos de la democracia. Esta frustración con los políticos de la democracia burguesa es la que supo capitalizar con un discurso neofacista el actual presidente. Ante ese profundo desengaño de las masas con el PJ, la UCR, el PRO y otros, Milei prometió bajar la inflación aplicando un ajuste sin precedente, nunca mejor simbolizado en una motosierra que vendría a cortar de cuajo “los intereses de la casta política”, que le permitió capitalizar el descontento y sostenerse en el poder hasta el momento, causando un daño profundo al país y a toda la clase trabajadora.
El carácter neofacista de Milei, complemento de su fundamentalismo de mercado, está dado por la necesidad de imponer una derrota histórica a la clase trabajadora argentina, destruyendo sus organizaciones, demonizando a sus dirigentes y tratando de imponer un sentido común de criminalización de cualquier reclamo, movilización y lucha popular o democrática. Hasta se atreve a levantar de nuevo la teoría de los dos demonios, o a defender a genocidas. La burguesía y el imperialismo encontraron en él un exponente novedoso, descarado y violento, de sus intereses, independiente de si será capaz de lograr sus propósitos.
Es que un sistema capitalista imperialista que desmantela aceleradamente los estados de bienestar, que necesita destruir los derechos y las conquistas sociales alcanzadas por la clase trabajadora en el S XX, arrastrando a la humanidad a la barbarie, la guerra y la destrucción ambiental, difícilmente provea liderazgos políticos democráticos. Por eso, más allá del nombre que finalmente le quepa a estos gobiernos, el de Milei y otros como él, adoptan una política y unas prácticas que remiten a la búsqueda de una “solución de fuerza”, como se llamaba al objetivo que perseguía el facismo en su tiempo: destruir a las organizaciones obreras y atacar las libertades democráticas, llegando al exterminio de sectores de la población, como hoy está haciendo el Estado de Israel en Gaza.
Hace Falta Una Política Para Continuar la Lucha en las Calles Hasta Derrotar a Milei y sus cómplices.
Pese a que Milei llegó al poder mediante las elecciones y se vale de los mecanismos institucionales, su política se corre bastante del márgen de la democracia burguesa, necesitando sacudir el régimen e imponer nuevas reglas de juego, como lo viene demostrando en este tiempo con decretazos, represión, denuncias persecurorias de dirigentes, la demonización de organizaciones piqueteras, sindicales, de género, etc, los allanamientos a locales, entre otras. No es un peligro sólo por los intereses que representa (sobre todo del extranjero), sino por los métodos que busca instaurar, legales e ilegales, estatales y paraestatales, recurriendo a la violencia en todas sus formas.
Es necesario derrotarlo con la movilización en las calles, con nuevos paros, cortes, piquetes y demás métodos de la tradición obrera argentina y mundial, estrategia que solamente podemos levantar desde las organizaciones revolucionarias que no estamos comprometidas con el régimen y lo enfrentamos consecuentemente en todos los terrenos, buscando una salida política antiimperialista y socialista que no podrán dar los partidos y liderazgos tradicionales.
Esa estrategia puede ser desplegada a partir de una propuesta unitaria para continuar el enfrentamiento a Milei, promoviendo la unidad de acción, la organización común, la coordinación de acciones e iniciativas que permitan fortalecer las luchas parciales y la movilización, con amplitud y con respeto por todas las organizaciones, en la medida que aporten a la fuerza social que necesitamos reunir en las calles para derrotarlos.
Ante un presidente que viene golpeando duro a la clase trabajadora, con el riesgo de infligirle una derrota profunda, haciéndonos retroceder cualitativamente, la militancia trotskista debe desempolvar las enseñanzas del maestro ante el advenimiento del nazismo en Alemania, desde 1928 a 1933, cuando dio batallas políticas memorables para que el Partido Comunista Alemán conformara un frente único con el Partido Socialdemócrata Alemán, con el objetivo de impedir el ascenso del nazismo al poder. Sus fundamentos y lúcidas críticas deben ser conocidas y aplicadas al momento actual, bajo circunstancias diferentes pero con enemigos a los que no puede enfrentarse si no es de conjunto.
La izquierda revolucionaria ha sido y es un factor importante en el enfrentamiento a Milei, aunque carece por ahora de la influencia suficiente y la fuerza para ganar esta pelea por si sola. Pero con una política justa, unitaria, puede poner en movimiento una fuerza muy superior a la que cada una ostenta por separado. Y no se trata de la unidad de acción entre las propias organizaciones revolucionarias sino con las bases y direcciones comprendidas en el peronismo, a las que hay que invitar-desafiar correctamente a la unidad, que sus dirigentes no quieren, porque temen a la influencia y el bien ganado prestigio de la izquierda revolucionaria.
Entre los elementos nuevos de la situación, que explica el reacomodamiento de la CGT, están las masivas movilizaciones nacionales del 1 de febrero, convocado por las disidencias sexuales, así como las del 8 y 24 de marzo, día internacional de la mujer y aniversario del golpe de estado de 1976, así como el protagonismo de las hinchadas de futbol y los sectores que fueron sumando a las movilizaciones de los miércoles, de las y los jubilados, que finalmente obligaron a la CGT a nacionalizar el conflicto llamando al paro general. Ahora, es la propia CGT la que pretende tomar la iniciativa llamando a conmemorar el 1ero de Mayo. ¿Es con una columna independiente que debemos responder a esta situación o es con una política unitaria, que haga que nuestro planteo estratégico sea escuchado y comprendido por mayores sectores que los propios? No hay una receta para todos los tiempos, depende de los objetivos que tengamos, si es de reafirmación propia o de avance sobre las filas de las direcciones traidoras.
Ese planteo unitario hoy pasa por poner en pie asambleas, plenarios, encuentros y espacios unitarios, amplios, con el eje en derrotar a Milei, su gobierno y sus cómplices políticos y sindicales, experiencia a partir de la cual la militancia revolucionaria se dirige a sectores más amplios y pone a prueba su valía, consecuencia, metodología, ganando en el proceso esa autoridad política, base de la lucha por la dirección de sectores de masas. Las instancias convocadas por las corrientes que orientan el sindicalismo combativo en el país deberían asumir esta política, que es más justa y apropiada para incidir en las filas de la burocracia.
El paro general y la movilización de esta semana demuestran que la clase trabajadora argentina y sus organizaciones no han sido derrotadas y están luchando por revertir la embestida del gobierno de Milei, que ahora volverá recargado con el apoyo del FMI y de Donald Trump a seguir aplicando su cruel motosierra.
Sepamos abrevar en la experiencia de nuestra clase y en la tradición revolucionaria para dar respuestas en el presente a los desafíos de la lucha de las masas trabajadoras para vencer a los enemigos de clase, su gobierno, su estado y sus representantes.
Alfredo Cáceres, Vocal y Congresal de SUTEBA Tigre y militante socialista.
SUTEBA – Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires.